Nació en Punta Arenas el año 1952. Estudió interpretación teatral en la Escuela de Teatro de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y en 1982 se integró a la famosa compañía 'Théatre du Soleil' en Francia. Pérez renovó la tradición del teatro chileno, en cuanto lo liberó de los academicismos e introdujo en él conceptos de creación contemporáneos. Murió en Santiago de Chile el 3 de enero del 2002.
La idea de formar un teatro no elitista se encuentra en los orígenes de Andrés Pérez como actor y director. Sus primeros montajes corresponden al denominado 'teatro callejero', es decir, producciones realizadas con escasos recursos y mucha creatividad para suplantar esa condición, que en este caso se presentaban en puntos neurálgicos de la capital chilena, como el Paseo Ahumada o el frontis de la Catedral, así como en diversas poblaciones marginales y pueblos. De este modo la obra de teatro salía del ámbito cerrado y exclusivo de las salas de teatro, para adquirir un carácter popular y democrático; pero cumplir este propósito en el contexto de plena Dictadura Militar le significó a la compañía teuco(Teatro Urbano Contemporáneo, integrada por Andrés Pérez y muchos otros actores hoy muy conocidos), bastantes problemas con la policía y el orden público, pues cada acción era parte de un sueño colectivo por subvertir la calle, anhelo que era fuertemente reprimido. A esta época pertenecen obras como 'Acto sin Palabras' y 'Bienaventuranzas', que se caracterizan por la ocupación de espacios públicos a modo de escenarios, el uso de materiales de desecho para la confección de los trajes (una caja de cartón es una máscara, por ejemplo) y el tratamiento subterráneo de tópicos prohibidos como Libertad o Democracia.
A su retorno a Chile en 1988, Pérez funda la compañía Gran Circo Teatro, con la cual estrena 'La Negra Ester', famosa obra que significará toda una revolución en los modos de hacer teatro en Chile, así como en los conceptos de identidad nacional ligados a la expresión estética, convirtiéndose de paso en la obra más vista en la historia del teatro chileno. Gracias a obras como ésta, es que el mundo popular se integra de forma contemporánea al espacio de las artes escénicas, no como un souvenir u objeto folklórico que satisface sólo superficialmente la necesidad de identidad, sino como un núcleo válido para alimentar estética y temáticamente para los actores, llamativos colores para rostros y vestuario, un cierto toque kitsch para la ambientación del escenario, originales músicas compuestas para cada pieza y la recuperación de lo marginal (ya sea por el ambiente en que se desenvuelve la narración, como por los temas tratados) se convierten en elementos claves de un nuevo teatro, que desde entonces se vuelve más próximo al público, no sólo porque a éste se le han entregado claves de su identidad, sino porque el humor y la apertura convierten cada presentación en una fiesta.
Andrés Pérez no recibió premios oficiales, ni siquiera el FONDART pero como director del Gran Circo Teatro y profesor de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, formó a muchas generaciones de realizadores. de teatro que continúan la herencia de renovación del teatro como medio de expresión
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